Hoy quiero hablaros desde mi punto de vista más personal, después de haber pasado lo más fuerte de toda esta pandemia quiero compartir con vosotros cómo he vivido esta experiencia, la cual parece sacada de una película, como bien decimos “la realidad supera a la ficción” y así ha sido.
Como muchas de vosotras y vosotros sabréis lo que voy a contar no es nada referente a lo que estáis acostumbradas de mi, ni nuevos diseños, ni looks o mis locuras, ja, ja, ja, pero creo que también es importante compartirlo.
Todos los que me seguís desde hace mucho sabéis que antes de tener mi tienda yo era técnico de rayos, estuve ejerciendo mucho tiempo, combinando los dos trabajos a la vez, y además me saqué el título de auxiliar de clínica, pero a pesar de trabajar en lo que había estudiado el mundo del diseño me conquistó por completo y opté por él, aunque un trocito de mí siempre ha estado unido a la sanidad.
Como todos sabéis, el pasado 14 de marzo se declaró el estado de alarma, con el siguiente cierre de los negocios, imaginaros como se queda un autónomo cuando recibe la noticia y más si la familia entera vive de eso como es mi caso. Mi marido y yo estamos trabajando juntos íntegramente en este proyecto, y para más inri era la época de comuniones que para nosotros supone el 50% de las ventas de todo el año.
Los primeros días no podías pensar en otra cosa, le das vueltas a las posibles salidas que había ya que todo era una incertidumbre, pero poco a poco empiezas a ver que la realidad es la cantidad de gente que está muriendo y quizás la situación del negocio pasa a otro plano.
Y además, tengo que decir que gracias a dios hemos tenido mucha gente que levantó el teléfono para ofrecernos su ayuda en todo lo que necesitábamos en esos momentos. Lloraba, claro que lloraba, pero de lo afortunada que me sentía de verme respaldada, y no solo económicamente sino, simplemente para preguntar cómo estábamos. Y es verdad que tener un respaldo ayuda pero en esta situación lo que quieres es salir por sí misma y sin ayuda, nada por tu autoestima.
Y entre toda esta montaña rusa empiezan a llegar correos y WhatsApp informándome que necesitaban auxiliares de clínica, celadores y limpiadoras, y ahí es cuando mi otra parte de sanitaria tenía que salir a dar la cara.
Es cierto que yo tengo el título de auxiliar pero no había ejercido como tal nunca, aunque eso no fue un impedimento ya que pensé “yo voy donde haga falta y que me digan lo que tengo que hacer y lo hago”.
Y así fue, un 28 de marzo a las 10:30 envié un correo el que me ponía a disposición del SESCAM, llamaron a las 11:30 que a las 3:00 de la tarde entraba en la cuarta planta del Perpetuo Socorro para empezar a montar toda la plata para enfermos de COVID-19. Y ahora es cuando empieza la historia de cómo he vivido esto desde dentro.
Mi sensación ha sido que todos los que estuvimos allí o no habíamos trabajado o venían de un centro de salud, u otras residencias, fue como cuando a los esclavos los echan a los leones, no sabíamos donde íbamos y lo que nos íbamos a encontrar, pero jugábamos con una cosa a nuestro favor: las ganas de ayudar sin mirar quién tenía que hacer una función u otra y sin categorías, estábamos para todo y trabajar en equipo unidos es lo mejor.
Yo os puedo asegurar que todos los pacientes que pasaron por allí han estado acompañados en todo momento, es verdad que los familiares que estaban en su casa tenían tristeza por no estar con ellos, pero os garantizo que mi planta y en todas las demás hemos intentado que estuvieran entretenidos sin pensar en la soledad ni en la situación.
Les hemos leído cartas de sus familiares, o de gente anónima que escribía cosas increíbles y os puedo asegurar que cuando las leía muchas veces no podía contener la emoción al leérselas, hablábamos con ellos, hacíamos vídeo llamadas y todo lo que estaba en nuestras manos para que esas horas no se les hicieran eternas.
Es verdad que fueron días duros por la gente que se nos ha ido sin poder hacer nada y sin tener palabras de consuelo para sus familiares, pero también os puedo decir que cuando nos poníamos los EPIS y estábamos ocho horas en nuestro puesto lo último que se me pasaba por la cabeza es pillar el virus.
Es verdad que cuando llegaba a casa todo cambiaba, pensar en que podía contagiar algún miembro de mi familia era muy duro, pero es el riesgo que teníamos que asumir. Lo peor para mí fueron las noches sin dormir pensando en cómo estaría la planta al día siguiente quién estaría y quién no, y luego la sensación de salir a la calle y ver todo vacío sin nadie os puedo asegurar que cuando iba o venía de trabajar no encontraba a nadie ni andando ni en coche.
Y luego llegabas a casa y ponías las noticias y todas lo mismo parecía una pesadilla de la cual no sabíamos cómo salir. Poco a poco se fue normalizando la situación a todos los niveles, pero os puedo asegurar que no se puede bajar la guardia que esto ha sido muy duro de asimilar y hay que ser muy fuertes y responsables para superar esta situación.
¿Y con qué me quedo de todo esto? Durante este tiempo creo que todo el mundo hemos aprendido mucho, en todos los sentidos, sobre todo apreciar muchas más las pequeñas cosas. También me quedo con la gran solidaridad de la gente, es impresionante todo lo que han hecho, como coser EPIS en sus casas, donaciones de comida e incluso dinero.
Yo desde aquí quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado, tanto profesionalmente a hacer bien mi trabajo, como a todas las personas clientas y amigos que ha día de hoy aún me llaman o se pasan por la tienda a darme las gracias por lo he hecho, y ya os digo que no las merece. La más agradecida soy yo, por tener la sensación de haber podido hacer algo por los demás en ese momento, nada me llenaría tanto como eso.
A día de hoy sigo llevando las dos cosas en rueda por lo tanto voy como las locas, es verdad que la tienda está arrancando poco a poco ya que lo mío no es esencial pero mis complementos sirven para sentirse bien con uno mismo y también necesitamos animarnos un poquito y poner un poco de color y alegría a todo esto que nos ha pasado y lo que nos pueda venir. Como ya sabéis que siempre digo hay que sacar lo bueno de todo lo que nos pase.
Bueno, esto es mi historia personal, como he vivido este confinamiento y esta pandemia, seguramente hay un montón de historias pero de todas hay que sacar las cosas buenas y aprender de ellas. También os digo que mis locuras y mi pasión por mi trabajo creo que han aumentado por lo tanto tenéis Anabi para mucho rato.
Y además tengo algo más positivo que me quedo de todo esto, haber podido disfrutar de mis hijos en familia, ya que por mi trabajo no paro en casa y me pierdo muchísimas cosas. En el momento que nos confinaron mis hijos me dijeron: “¿pero te quedas todo el día con nosotros?”. Imaginaros la cara de felicidad cuando les dije que sí. Y de hecho el día 28 cuando empecé a trabajar en el Perpetuo, me dijeron “ya se nos acaba lo bueno, no mamá”. Os podéis imaginar lo bien que lo he pasado estando con ellos, y de hecho como tengo la cabeza que no para, hicimos de todo, pero de todo je, je.
Hasta aquí mi experiencia, en los próximos post el tono será más divertido, además os presentaré mis nuevas creaciones y looks.